Participó de las campañas de expansión real de España en el norte de África, contra los moros. Luego de la conquista de Trípoli, el 26 de julio de 1510, que llevó a cabo la expedición de Pedro Navarro, conde de Olivetto, sometiendo a la ciudad mercantil al dominio español, el reyFernando el Católico envió al joven García Álvarez de Toledo y Zúñiga, con una escuadra y seis mil hombres, y a quien otorgó el mando supremo del ejército, con el fin de conquistar la isla de los Gelves, Djerba o Jerba para los musulmanes, la cual se había intentado invadir hacía más de diez años, y que era un punto clave para el afianzamiento de los españoles en el mar Mediterráneo.
La isla fue defendida por los moros quienes, al desembarco de los españoles, crearon una situación de pánico entre sus enemigos. García Álvarez de Toledo murió en la batalla, junto a once mil soldados, el 29 de agosto de 1510. Pedro Navarro que aún no había desembarco sobrevivió únicamente con cuatro mil hombres.
Cuando el II duque de Alba se enteró de la noticia del desastre de la isla de Gelves preguntó al mensajero:
¿Y García, qué hizo en ese estrago?
A lo que éste le respondió:
¡Oh, señor! ¿Y en dónde estuviera el honor de España, si el señor Don García antes de morir no hubiera hecho con su pica y espada un montón de moros sobre los cuales cayó?
Ello consoló momentáneamente al duque quien manifestó:
¡Oh, buen hijo!
Esta frase evidencia la altísima consideración que el duque Fadrique tenía por la honra y la patria.[2]
El fallecimiento del hijo del II duque de Alba y heredero suyo, como consecuencia del desastre de Gelves produjo gran conmoción en la corte ya que un significativo número de caballeros nobles perecieron junto con él. Al haber fallecido antes que su padre, el título del ducado de Alba pasó a su hijo Fernando.
Antes de marchar en la expedición a África, había otorgado testamento el 8 de enero de 1510 en el que encomendó la tutoría de sus hijos y el gobierno de sus estados a su mujer, Beatriz. También dejó mandas para que se construyera un monasterio de la Orden de Santo Domingo en Salvatierra de Tormes.[3]
María Álvarez de Toledo y Pimentel, casada con su primo Enrique Enríquez de Guzmán, IV conde de Alba de Liste, primogénito del marido de su hermana Catalina tenido de su primer matrimonio.[1]
VV.AA. (1998). Los Álvarez de Toledo: nobleza viva. Coordinadora, Mª del Pilar García Pinaccho. Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura. ISBN84-7846-775-0.