A la muerte de Luis II en 1190, el Emperador Enrique VI trató de tomar Turingia como feudo vacante del Sacro Imperio Romano Germánico, pero Hermann le frustró sus planes y se estableció así mismo como Landgrave. Habiendo reunido una liga contra el Emperador, fue acusado, probablemente en forma errónea, de intentar asesinarlo. Enrique VI no solo fue exitoso en liberar a Hermann de la conspiración, sino que logró su apoyo para la anexión de Sicilia al Imperio.
Hermann fue a la Cruzada de 1197.[2] Cuando Enrique VI murió en 1197, el hermano del difunto emperador Felipe de Suabia también compró su apoyo, pero tan prontro como la causa de Felipe comenzó a debilitarse, transfirió su apoyo a Otón de Brunswick, quien más tarde fuera emperador Otón IV. Felipe entonces invadió Turingia en 1204 y obligó a Hermann a devolver las tierras que había obtenido en 1198, dentro de los términos de su rendición. Después de la muerte de Felipe y el reconocimiento de Otón, Hermann estuvo entre los príncipes que invitaron a Federico de Hohenstaufen, quien más tarde sería el emperador Federico II, a volver a Alemania y asumir la corona. En consecuencia por esa acción, los sajones atacaron Turingia, pero el landgrave se salvó por la llegada de Federico a Alemania en 1212.