La influencia del idioma árabe en el español ha sido significativa, especialmente en el léxico, debido a la prolongada presencia arabófona en la península ibérica desde el siglo viii hasta el siglo xvii. Se estima que un 73 % del vocabulario español proviene del latín (principalmente voces patrimoniales),[1] [fuente cuestionable] mientras que al árabe se le atribuye un 17 % que se corresponde con las cuatro mil palabras (incluyendo topónimos) que el filólogo Rafael Lapesa considera arabismos en el español.
La influencia árabe fue más notoria en el sur y este de al-Ándalus, como se denominó en árabe a la península ibérica. La conquista musulmana de Hispania se logró parcialmente en poco más de una década. [2]Poblaciones arabófonas comenzaron a instalarse a partir de entonces. Más tarde, en el año 756, fue establecido el Emirato de Córdoba, seguido del Califato de Córdoba ya en el año 929 y más tarde los diversos reinos de taifas. El árabe fue la lengua dominante en al-Ándalus (superestrato), a la vez que entraba en contacto con las lenguas vecinas de los reinos cristianos septentrionales (adstrato).[3]
El resultado en el español actual son muchos topónimos, sustantivos y nombres propios. Hay que distinguir entre las palabras tomadas directamente del árabe y aquellas que se han formado posteriormente en español por derivación. Así por ejemplo alcohol es una palabra de origen árabe, mientras que alcohólico estrictamente hablando no lo es, aunque su raíz sí es de origen árabe. Teniendo esto en cuenta, los verbos de origen árabe directo son muy escasos, tampoco hay demasiados adjetivos y adverbios y hay una sola preposición procedente del árabe, hasta. Esto puede reflejar que la influencia —siendo amplia y muy importante— no consiguió variar la estructura romance del español.[4]
Contexto histórico
El árabe se habló en España en el periodo historiográfico conocido como al-Ándalus, que se inicia en el 711 con la batalla de Guadalete y finaliza con la conquista de Granada en 1492. Luego de la Reconquista cristiana, aún quedarían comunidades arabófonas aisladas hasta la expulsión de los moriscos en el 1613. Se fue conformando en la península ibérica una variedad local del habla denominada árabe andalusí. Lo que hoy se conoce como español o castellano tuvo su origen en el Reino de Castilla, fundado en el siglo x cuando la presencia islámica en la península era elevada. No solo el castellano antiguo fue influenciado por el árabe sino también las demás variedades romances de la península ibérica y, en menor medida, otras muchas lenguas en Europa. En el caso particular del idioma catalán el impacto del árabe ha sido menor, debido a la detención del avance musulmán en la batalla de Poitiers en 732 por Carlos Martel y la posterior formación de la Marca Hispánica. No obstante, sí hay abundante toponimia de origen árabe en las zonas de la antigua Corona de Aragón que fueron conquistadas de forma más tardía.
En muchas regiones, especialmente en la frontera entre los reinos musulmanes y cristianos, convivieron personas de hablas romances con arábigas, además de numerosos intercambios comerciales y tecnológicos. La existencia de bilingües y personas que transitaban entre una región y otra produjo situaciones sociolingüísticas para una influencia mutua. Un ejemplo es la aljamía, textos escritos en una variedad romance (castellano o aragonés sobre todo) por musulmanes de los reinos cristianos, que usa el alfabeto árabe por motivos principalmente religiosos.
Con el transcurso de la Reconquista, el castellano comenzó a tener un impacto creciente en las tierras musulmanas en donde la lengua castellana nunca había sido hablada. Mientras, los mozárabes, cristianos parcialmente arabizados que vivían en territorio andalusí, emigraban al norte durante las épocas de persecuciones religiosas (particularmente como resultado de la conquista de los almorávides en el siglo xii).
El grado hasta el cual el árabe se infiltró en las capas de la sociedad ibérica en ese momento es todavía hoy objeto de debate académico, sin embargo es comúnmente aceptado el uso habitual de lengua árabe por lo menos entre las élites locales. Se hipotetiza si fue el Reino Nazarita de Granada, el último reino musulmán en la península ibérica el único que fue totalmente arabizado. Sea como sea, los arabismos pueden encontrarse en muchos campos semánticos del español actual, como por ejemplo el de los oficios, la agricultura, el agua o los alimentos y utensilios.[5] Los arabismos son más abundantes en los dialectos de la zona meridional, especialmente en la toponimia.
Al tratarse de dos lenguas tan distintas, el árabe poco influyó en aspectos estructurales como la morfosintaxis, y por lo tanto su influencia es sobre todo léxica (de vocabulario).[6][3] Las palabras del español que han sido tomadas del árabe se denominan arabismos.
D: dado (referido a los juegos de azar), daga (referido a la hilera horizontal de ladrillos de las que se forman en el horno para cocerlos), diván, dante, dinar.
Se da una elevada cantidad de arabismos en ciertas categorías, como en el caso de las plantas:
acelga
ajedrea
alcachofa
alcornoque
alfalfa
algarrobo
berenjena
jaramago
jazmín
En la artesanía:
ajorca
alamar
alcanfor
alicate
alfarería
alpargata
jarra
En la tecnología hidráulica:
aceña
acequia
alarife
alberca
aljibe
azud
noria
En astronomía y ciencia:
acimud
álgebra
algoritmo
cénit
cifra
noria
redoma
En la milicia:
alarde
alcazaba
alcázar
alférez
almogáver
atalaya
cénit
noria
Abencerraje: nombre del antepasado de esta familia granadina de procedencia árabe: los Banu Sarraŷ بنو السراج. En la serie de televisión Isabel podemos ver el papel que tuvieron en la época final del Reino nazarí en la península.[7]
Adalid
Alcaide
Alférez: proviene del árabe الفارس ("el caballero", "el jinete"), se refiere a un grado inferior de la oficialidad militar en varias fuerzas armadas.[8]
Almogávar: era el término utilizado para los grupos armados de sarracenos que se dedicaban al saqueo y los ataques sorpresa en al-Ándalus durante el siglo x. Proviene del término árabe المغاور (al-muġāwir) y significa "los que provocan algaradas".
Arsenal: tiene su origen en la palabra árabe دار الصناعة (dār aṣṣinā‘ah) que significa "taller", aunque en la actualidad se refiere a un depósito de armas, munición y otros pertrechos militares.
Asesino: (حشاشين) transcrito como ḥaššāšīn, se utilizaba para referirse a los 'adictos al cáñamo indio', aunque ahora se refiere a una persona ofensiva, hostil o dañina que mata a alguien con premeditación o alevosía.
Cid: el apodo del gran Rodrigo Díaz de Vivar no es algo baladí, ya que tiene su origen en el término árabe sīd que significa "hombre fuerte y muy valeroso".
Mameluco tiene su origen en مملوك (esclavo). La imagen más clara que tenemos de estos "poseídos" se halla en el cuadro de Goya nombrado La lucha con los mamelucos expuesto en el Museo del Prado.[9]
En el comercio:
aduana
alcabala
alhóndiga
almojarife
arancel
fanega
quintal
tarifa
zoco
En la organización territorial:
alcudia
aldea
alfoz
almunia
arrabal o rabal
barrio
En la vivienda:
aldaba
alféizar
tabique
zaguán
En el léxico castellano se da el caso de que un mismo concepto se puede expresar con dos palabras de diferentes etimologías, una de origen árabe y la otra de origen latino, es el caso de:
acebibe y pasa
aceite y óleo
aceituna y oliva
alacrán y escorpión
alcancía y hucha
alhajero y joyero
ajonjolí y sésamo
matalahúva y anís
jaqueca y migraña
jarabe y sirope
zumo y jugo
Algunos autores también dan origen árabe a algunas interjecciones y expresiones como: «¡Ole!», «¡Hala!» o «¡Arre!».[4]
El artículo árabe al- fue incluido en el vocabulario castellano (como a- en palabras que en árabe empiezan por letras solares), pasando a formar parte de muchas palabras, en lugar de permanecer como constituyente sintáctico,[10] si bien esto ya no afecta a la morfología del castellano, sino solo al léxico.
aceite
aceituna
azafrán
azúcar
arrecife
Albacete
Alcalá
albaricoque
almohada
algodón
La inmensa mayoría de arabismos en el español son de la época andalusí, aunque algunos también han sido tomadas durante los siglos xix y xx de la variante del árabe hablada en Marruecos, no sólo debido a la proximidad de ambos países, sino también debido al protectorado español en el territorio del norte del actual Marruecos, así como sobre el denominado Sáhara Occidental.
Paremiología y fraseología
A mediados del siglo xx se comienza a estudiar la influencia árabe en la paremiología (proverbios y refranes) del idioma español. Si bien previamente encontramos algunas observaciones sugestivas, casi siempre genéricas, el primer estudio paremiológico con carácter riguroso que compara árabe y español es realizado por al-ʾAhwānī en 1962. Posteriormente destacan los estudios de su discípulo Bencherifa, así como de Emilio García Gómez, y posteriormente de Soha Abboud Haggar y José María Fórneas.[11] Algunos ejemplos de paralelismos en refranes y proverbios:[nota 1]
كُلَّ بَرْطَالَ عَلَى سُبُولَة kul-la berṭala ʿala subūla (‘cada gorrión con su espiga’) → «Cada gorrión con su espigón»
خُبْزْ أَلْمُقِيتْ مَرَّتَي يُؤْكَلْ jubz al-muqīt marratey yuʾkal (‘el pan del avaro, dos veces es comido’) → «Pan de mendigo, dos veces es comido»
أَعْمَي أَلَّذِي لَا يَرَى مِنْ عَيْنْ أَلْغِرْبَالْ aʾmey alaḍi la yarā min ʿeyn alġirbal (‘el ciego que no ve por el ojo del cedazo’) → «Cuán ciego es aquel que no ve por la tela de cedazo»
إِذَا رَأَيْتْ لَحْيَة جَارِكْ تَنْتَتِفْ أَجْعَلْ مِتَاعَكَ فِي الدِّبَاغُ iḍa raʿeyt lahyat ǧarik tantatif ʿaǧʿal mitaʿak fi ad-dibaġ (‘cuando la barba de tu vecino vieres pelar, pon la tuya a remojar’) → «Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar»
طشطون أخير من الجوع ṭuštūn ʾajīr min al-ǧūʿ (‘tostones mejor que el hambre’) → «A falta de pan, buenas son las tortas»[12]
En cuanto a fraseología, algunas frases religiosas como «si Dios quiere» se atribuyen al árabe إِنْ شَاءَ ٱللَّٰهُ in šāʾa -llāh, que significa lo mismo.[4]
Toponimia
La influencia de la lengua árabe es más notoria en los topónimos de la península ibérica que en las lenguas romances de la península. Entre los topónimos más conocidos están los siguientes:
Albarracín:: pueblo de Aragón. Deriva del árabeAl Banū Razin, nombre de uno de sus históricos gobernadores de origen bereber.
Albacete: ciudad de la región de Castilla-La Mancha. Su nombre proviene del árabe al-basīṭ (البسيط), ‘la planicie, la llanura’.
Alcalá: Varios municipios tienen este mismo nombre. Por ejemplo Alcalá de Guadaíra, Alcalá de los Gazules, Alcalá del río o Alcalá de Henares. También otras localidades probablemente, como Santa Olalla del Cala (Huelva). Del árabe al-qala`a (القلعة), ‘el castillo’.
Alcolea municipio situado en la provincia española de Córdoba. Del árabe al-cula‘a (القلعة), 'castillo pequeño'. Hay varios otros pueblos con ese nombre.
Algarve: Región sureña de Portugal. Del árabe al-ġarb (الغرب), ‘el oeste, el occidente’.
Algeciras: Ciudad y puerto de la provincia de Cádiz, Andalucía. Deriva de al-ŷazīra al-ḫaḍra’ (لجزيرة الخضراء), ‘la isla verde’.
Pico Almanzor: cuyo verdadero nombre es Plaza del Moro Almanzor, es la punta más alta de las que coronan el circo de Gredos, y por lo tanto la más alta de dicha Sierra de Gredos. El nombre proviene de Almanzor (المنصور al-manṣūr), líder militar y religioso durante el Califato de Córdoba.
La Almarcha: Del árabe al-merŷa, ‘el prado, el humedal’.
Almería: Ciudad costera de Andalucía. Deriva de al-meraya, ‘atalaya, torre de observación’.
Alovera: Municipio situado en la provincia española de Guadalajara. Del árabe andalusí al-huwayra, ‘el olmo’.
Alpujarras: (originalmente Alpuxarras) Región que se extiende desde el sur de Granada hasta Almería. Del árabe al-busherat, ‘tierras de pastoreo’.
Axarquía: Región oriental de la provincia de Málaga, Andalucía. Del árabe ash-sharquía (الشرقية), que justamente significa ‘región oriental, del este’.
Azuqueca: Municipio situado en la provincia española de Guadalajara. Del árabe as-suqaiqa (زُقيقة), ‘el camino’.
Gibraltar: Peñón de Gibraltar, montaña de la cordillera Penibética, deriva de la palabra árabe Ŷabal Tāriq (جبل طارق) que significa ‘montaña de Táriq’, en recuerdo del general musulmán Táriq ibn Ziyad.
Guadalajara: Ciudad y provincia de la región de Castilla-La Mancha. Deriva de Wādī al-Ḥijārah (وادي الحجارة), literalmente, ‘río o cañón de piedras’.
Guadalquivir (Río): Deriva del árabe al-wādī al-kabīr (الوادي الكبير), ‘el gran río’.
Guadalupe (río): Municipio situado en la provincia española de Cáceres. Su etimología es un híbrido entre el árabe wādī (وادي) y el latín (lupus, lupi), y significa ‘río de los lobos’.
Guadix: Del árabe andaluz wad ish, ‘río Ash’, a su vez, arabización del nombre nativo Acci. Ciudad ubicada en la provincia de Granada.
Jabalcón: Monte ubicado en Zújar (provincia de Granada). Del árabe ŷabal al-kuhl (جبل الكحل), ‘montaña de antimonio’.
Jaén: Ciudad de Andalucía, a partir de Ŷayyān, ‘encrucijada de caravanas’.
La Malaha: Del árabe al-maliha, ‘la salina’, por las salinas ubicadas en ese pueblo granadino.
La Mancha: Nombre histórico de las amplias estepas áridas que abarcan gran parte de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo. Su denominación deriva del árabe la'a ma-anxa, que literalmente significa ‘sin agua’.
Mulhacén: El Mulhacén, con una altitud de 3478,6 m s. n. m., es el pico más alto de la península ibérica, y el segundo de España, tras El Teide de 3718 metros (Tenerife, Canarias). Su nombre viene de Muley Hacén, castellanización del nombre de Mulay Hasan, antepenúltimo rey nazarí de Granada en el siglo xv, del que se dice fue enterrado en esta montaña.
La Sagra: Región árida entre Toledo y Madrid. Proviene del árabe saġra (الثغرة), ‘frontera, fuerte de frontera’.
Tarifa: Pueblo del sur de España. Originalmente Ŷazīra Tarīf (جزيرة طريف), ‘la isla de Tarif’. Proviene del primer nombre del conquistador bereber, Tarif ibn Málik.
Zújar: Del árabe sujair, ‘rocas’. Pueblo de la comarca de Baza, en la provincia de Granada.
Influencia morfológica
Sufijo -í
La formación de gentilicios y otros adjetivos en árabe es simplemente con la adición de ي (la letra īāʾ, que representa una ‘i’) al final de la palabra, si es género masculino o ية en género femenino (-ía). Este sufijo fue calcado en el español, especialmente con los gentilicios relacionados con el mundo árabe o musulmán, por ejemplo:
andalusí
azerí
bareiní
bengalí
catarí
ceutí
dhofarí
dubaití
emiratí
hutí
iraní
israelí
juzestaní
kuwaití
magrebí
marraquechí
marroquí
masrí
mediní
mequí
neyedí
omaní
pakistaní
punyabí
rabatí
sefardí
socotrí
somalí
yemení
En muchos casos, el sufijo -í es perfectamente intercambiable por su equivalente latino, -ita.[13] Por ejemplo, saudí → saudita, chií → chiita, coraichí → coraichita, israelí → israelita. Este sufijo se puede encontrar en contados sustantivos, como es el caso de «jabalí», que proviene de la palabra árabe ﺠﺒﻝ ŷábal (‘montaña’), es decir, ‘el [animal] de la montaña’. Así también ocurre con «alhelí» (‘el bondadoso’, de al-jair, ‘la bondad’), «baladí» (‘el de aquí’, de balad, la tierra), «carmesí» (‘el [color] de la cochinilla’, pues «cochinilla» se dice qarmiz), «maravedí» (‘el [dinero] de los morabit’), «zahorí» (‘el de Zuhra’, que significa Venus), etcétera. Y en el caso del género femenino, «sandía» (‘la [fruta] del Sind’),[14] «algarabía» (‘la [lengua] árabe’), «hassanía» (‘la [lengua] de Hassán’), o «alboronía» (‘la [receta] de Burán’).[15]
Influencia sintáctica
Hipótesis de la estructura verbo–sujeto–objeto (VSO)
Como en la mayoría de las lenguas romances, el orden de las palabras en español se rige principalmente por la topicalización y la focalización. Dicho de otro modo, los principales constituyentes sintácticos de una oración en español pueden estar en cualquier orden. Además, ciertas estructuras oracionales tienden a favorecer mensajes específicos. Aun así, el español moderno se clasifica en tipología lingüística como una lengua SVO, al igual que el resto de lenguas romances, ya que esta estructura es la menos marcada.[16]
En 1981, el filólogo español Rafael Lapesa planteó la hipótesis de que las órdenes de oraciones VSO que son más frecuentes en español y portugués que en otras lenguas romances posiblemente se debieran a una influencia semítica (presumiblemente árabe) en el idioma.[17] Lapesa en su momento consideró que el tema no había sido suficientemente investigado y requería un estudio comparativo más riguroso del español con otras lenguas romances y semíticas.
En un estudio de 2008 se explica que, aunque los registros escritos más antiguos del español (siglo xiii) usan un orden VSO, esto no afecta a los documentos escritos después de esa época.[18] También se ha planteado la hipótesis de que el mencionado orden VSO seguía siendo el orden más común de las obras literarias hasta el siglo xvii.[16] Otro estudio de 2012 comparaba el español, el italiano y el francés, y mostró que el último es el más estricto en cuanto al orden SVO, seguido del italiano.[19] En términos de orden constituyente, el español es de orden más variable de los tres. En el caso del francés, esto es el resultado de un proceso histórico, ya que el francés antiguo era, según consta en los registros, el más variable. Asimismo, cabe destacar que el orden VSO es inexistente tanto en el francés como en el italiano, y solo se da en el español y portugués.
Influencia fonética
Los arabismos integrados en el español sufren las mismas transformaciones fonéticas que el resto del vocabulario.[3] Por ejemplo:
Las aspiradas árabes se asimilaron con la única aspirada romance, la «h» aspirada [h] o [h], alófono de / f / -que estaba en vías de desaparición- y produjeron diferentes resultados: o se representaron por «h», o fueron reemplazadas por «f». De ahí las alternancias en algunas formas: rahal /rafal, Alhambra / Alfambra, alholí / alfolí.
En algunos préstamos del árabe se sonorizaron las oclusivas sordas intervocálicas al igual que ocurría con las palabras latinas: al-qutun > algodón.
En este romance castellano no se conocen las palabras terminadas en vocal acentuada (salvo algunas terminaciones verbales: canté, salí) por lo que transformó los nombres árabes con esa vocal final acentuada añadiéndoles una consonante paragógica posible en castellano: al-kirā' > ant. alquilé > alquiler, al-bannā' > albañí > albañil.
En un estudio de 1933, el filólogo Navarro Tomás postuló la idea de que la spredorsal o laminar o coronal, más extendida en Andalucía que en el resto de áreas de la península ibérica (donde en cambio prevalece la s apical o /s̺/), es debido a la influencia del árabe.[20]
Falsas atribuciones
Hay una coincidencia en los sistemas fonológicos del árabe y del español moderno en la presencia en las dos lenguas de los fonemas /θ, x/ (como en español zeta y jota o en árabe ث ṯā’ y خ ḫā’). Dichos sonidos son raros en las lenguas romances, por lo que algunos autores han atribuido su desarrollo en español moderno a la influencia del árabe. La mayoría de autores no acepta esta explicación, ya que esos sonidos solo aparecen documentados en español a partir del siglo xvi, cuando la influencia del árabe era casi inexistente, y como desarrollo de cambios fonéticos previos que empezaron con la pérdida de la oposición de sonoridad en los fonemas asibilados.[21] [cita requerida] Así los sonidos del español medieval /ʦ, ʣ/ evolucionaron primero a la predorsal /s̪̺/ y luego a /θ/ (este último cambio que no se dio en América, ni Andalucía), mientras que /š, ž/ evolucionaron a /š/ y de ahí a /x/. Esta evolución no se aprecia en documentos anteriores al siglo xv y no parece tener nada que ver con un adstrato árabe (de hecho, en algunos lugares del Magreb el fonema /θ/ ni siquiera se articula como en español, sino como [ʦ] que es una pronunciación ajena al español moderno).
Medina López, Javier (2018). Historia de la lengua española. Cuadernos de lengua española. Arco libros. ISBN978-84-7635-382-0.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
Pidal, Ramón Menéndez (1968). Orígenes del español: estado lingüístico de la península ibérica hasta el siglo XI. Espasa-Calpe.
Quilis Morales, Antonio (2003). Introducción a la historia de la lengua española. Unidades didácticas Filología hispánica. UNED - Univ. Nacional de Educación a Distancia. ISBN978-84-362-4923-1.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
↑Los alumnos de las academias militares de oficiales españolas, cuyo plan de estudios desde 2009 se estructura en cinco cursos (con doble titulación militar/civil), a partir del tercero (inclusive) ostentan la graduación de alférez, con la denominación de caballero alférez cadete. Al superar estos estudios y graduarse, adquieren el empleo de teniente y pasan ya a unidades operativas.
↑Directos, Etimos (2022). La vida secreta de las palabras: Más de 2.000 etimologías para descubrir el origen y la evolución de nuestro idioma. La Esfera de los Libros. p. 141. ISBN978-84-1384-307-0.
↑Lapesa, Rafael (2012). Historia de la lengua española. Nueva Biblioteca Románica Hispánica (3.ª edición). Madrid: Gredos. p. 135. «El orden de palabras normal en la frase árabe y hebrea situa en primer lugar el verbo, en segundo el sujeto y a continuación los complementos. Como en español y portugués el verbo precede al sujeto con mas frecuencia que en otras lenguas romances, se ha apuntado la probabilidad de influjo semítico. La hipótesis necesitaría comprobarse con un estudio riguroso del orden de palabras español en sus distintas épocas y niveles, parangonado con el de las demás lenguas románicas, el árabe y el hebreo. Tal estudio no existe aún; las comparaciones parciales que hasta ahora se han hecho no son suficientes.»