Lino Vea-Murguía Bru (Madrid, 24 de abril de 1901-Madrid, 16 de agosto de 1936) fue un sacerdote católico español. Murió asesinado al comienzo de la Guerra Civil Española, víctima de la represión en la zona republicana.[1]
Biografía
Lino nació en la capital de España en 1901, en el seno de una familia acomodada con ascendientes militares. Era hijo de Antonio Lino, propietario de origen cántabro, y María de la Trinidad, de origen sevillano. Lino fue bautizado con el nombre de: Lino Octavio Gregorio de la Caridad y del Señor del Gran Poder.[1]
Era hijo único y —tras el fallecimiento de su padre—, Lino vivía con su madre en la calle Francisco de Rojas, número 3. A los dieciocho años entró en el Seminario conciliar de Madrid, donde estudió latín, filosofía y teología. Allí conoció y entabló amistad con tres sacerdotes: José María Vegas, José María Somoano y José María García Lahiguera.[2]
Después de ser ordenado sacerdote en Madrid el 18 de diciembre de 1926 realizó su labor pastoral como: capellán del Patronato de Enfermos (desde el 28 de marzo de 1927); capellán del colegio del Divino Maestro (octubre de 1928), y capellán de las Esclavas del Sagrado Corazón, —en la calle Martínez Campos— (junio de 1930-julio de 1936). También visitaba y atendía espiritualmente a enfermos en diversos hospitales madrileños.[3]Anteriormente, en septiembre de 1937 se trasladó a Melilla como capellán castrense para hacer el servicio militar;[2] ya de regreso a Madrid (finales de 1929) formó una Congregación Mariana Sacerdotal, junto con Vegas, Somoano y García Lahiguera, para ayudarse entre ellos y evangelizar los barrios extremos de Madrid, entre otras cosas. Leopoldo Eijo y Garay erigió la Congregación (8 de diciembre de 1929), que tuvo una vida muy corta, pero les sirvió como experiencia concreta de asociacionismo clerical.[1]
El sacerdote Norberto Rodríguez, capellán segundo del patronato de enfermos presentó a Lino a Josemaría Escrivá de Balaguer, y desde entonces mantuvieron una estrecha relación sacerdotal y apostólica.[3]Vea-Murguía colaboró en la puesta en marcha de la Academia DYA (diciembre de 1933).[4]
Tras el comienzo de la Guerra civil, permaneció en su casa, vestido de sotana. En la mañana del 15 de agosto celebró la santa Misa, y por la tarde, llegaron a su domicilio unos milicianos, —que con la excusa de someterle a un interrogatorio— se lo llevaron. Se despidió de su madre: "Ha llegado mi última hora, es la voluntad del Señor y hay que acatarla". Los milicianos no le permitieron salir vestido de sacerdote. El 16 de agosto apareció su cadáver en el depósito judicial. Tenía la cara acardenalada y una herida en la frente. Había sido fusilado en las tapias del cementerio del Este.[5]
Véase también
Referencias