Según una tradición de Teopompo recogida por Estrabón, en su territorio, que estaba lleno de árboles fue donde se dispuso la flota de la coalición aquea que se dirigió a la guerra de Troya. Sin embargo, sus habitantes no quisieron participar en la expedición.[2]
En 354 o 353 a. C. la ciudad, que era la última posesión ateniense en la zona, fue atacada por Filipo II de Macedonia. Los atenienses la hacían servir como estación de personas privadas para interceptar el comercio de los macedonios y de Olinto y Potidea. Después de un largo asedio la ciudad se hubo de rendir, y los defensores pudieron salir libremente; las fortificaciones fueron arrasadas y las tierras donadas a colonos macedonios. Filipo II perdió un ojo en este asedio.[4][5][6]