Surgido en Rosario Central, se consagró campeón del fútbol argentino en el campeonato nacional de 1973. En suelo azteca sobresalió con los clubes de América y Cruz Azul, con los que fue campeón y bicampeón de liga respectivamente, y siendo elegido el mejor central del país en 1980. En 2023 el diario español Marca lo nombró el octavo mejor jugador extranjero en la historia del fútbol mexicano.[3]
Trayectoria
Nacido en Rosario, comenzó jugando a los 16 años para el Morning Stars, filial de Rosario Central, donde destacó por su fortaleza física y calidad técnica. Sus portentosas cualidades le hicieron ascender al primer equipo a inicios de los setenta, donde alternó con una gran generación de futbolistas, liderada por el gran atacante Mario Kempes, con quien desarrolló una buena amistad. Con el Rosario, se consagraría campeón nacional en 1973, de la mano de Carlos Timoteo Griguol como técnico.[4]
Tuvo la oportunidad de participar en la Copa Libertadores de América en las ediciones de 1972 y 1974. En este último año, con más oportunidades de juego, sudó la gota gorda en cada minuto que participó en el campo de juego, llegando a anotar en la etapa decisiva del Metropolitano de 1974 en un partido ante Boca Juniors, disputado en cancha de Newell's Old Boys.
A la edad de 22 años llega al Club América de México, de quien llamó la atención tras sus actuaciones en un cuadrangular celebrado en Guadalajara y su desempeño con la selección argentina sub-20.[5] El argentino fue titular desde que llegó y se convirtió en pieza clave e indiscutible del equipo, logrando el campeonato 1975-76 y el subsecuente Campeón de Campeones ante los Tigres de la UANL.
Durante un torneo amistoso en Los Ángeles, curiosamente en un partido contra Cruz Azul, recibió una fuerte patada en la cabeza que lo dejó noqueado y tuvo que ser llevado de emergencia a un hospital. Motivado por marcar a Eusébio en el juego definitivo ante Benfica, despertó el mismo día del partido y se escapó del sanatorio para acudir al encuentro, donde finalmente cayeron 3-2 en el marcador. Por desgracia, este episodio sería el parteaguas que lo marcaría el resto de su vida.[6][7]
En 1977 ficha con Cruz Azul que le ofreció un mejor contrato, el cual le permitió traer a sus padres a México y estar más cerca de ellos, pues su padre se encontraba delicado de salud. Inmediatamente se convirtió en el líder de la saga, llegando a ejercer como capitán del equipo. Debutó el 13 de noviembre de 1977 en el triunfo 2-1 ante Puebla en el estadio Cuauhtémoc.[8] Cruz Azul volvió a tener el alto nivel de inicios de la década y regresaba a una final, después de cinco años, en la temporada 1978-79 ante los Pumas de la UNAM, que tras una serie muy cerrada, se terminó decidiendo 2-0 a favor de los celestes en el partido de vuelta en el estadio Azteca, con ambas anotaciones en los últimos veinte minutos del encuentro.[9][10] El buen andar del conjunto continuó y repetían el campeonanto el año siguiente ante los Tigres de la UANL, siendo el séptimo título de liga en la historia de la institución.[11][12] Miguel Ángel disputó un total de 146 partidos en 5 temporadas y anotó 17 goles, siendo considerando un referente histórico del club celeste.[13] Se retiró con Toluca en 1984.[14]
Estilo de juego
Caracterizado por su entrega, determinación, coraje, técnica, físico y dureza al marcar, fue bautizado por el mítico cronista Ángel Fernández Rugama como el Confesor, pues consideraba que: con su porte, los delanteros rivales debían ponerse a rezar con solo verlo.[1] El propio Cornero definió su estilo de juego con una frase que aún se escucha en el fútbol mexicano: puede pasar el hombre o el balón, pero nunca los dos juntos.[2]
Por su rudeza innata, en sus primeros años siempre fue elegido como stopper o líbero, aunque su amplio dominio del campo le hacía volcarse también como medio de contención. No exento de polémicas, tuvo varios conatos violentos en su carrera, sobre todo con el ecuatoriano Ítalo Estupiñán, que entonces jugaba para el Toluca, a quien le fracturó la mandíbula durante un partido.[15] Estos eventos provocaron que también tuviera diferencias con José Antonio Roca, su entrenador en América.[16]
Fuera del terreno de juego, Cornero no tuvo miedo de realizar declaraciones en contra de Guillermo Cañedo de la Bárcena —entonces presidente del América— pues, pese a ser nombrado por los medios el jugador más valioso del campeonato de 1976,[17] Cañedo lo dejó fuera de la entrega de los Citlallis con el objetivo de forzar su renovación a bajo costo, y en su lugar promovió a Javier Sánchez Galindo, quien fue elegido el central del torneo.
“No le convenía a Cañedo que yo fuese designado el mejor. Sabes, tenía que renovar contrato. Entonces, claro, fue Sánchez Galindo el mejor y no yo. Para bajar mis bonos, porque en el América a la hora de cobrar tienes un valor diferente que cuando te quieren comprar. Dos valores, según la conveniencia del club. Sánchez Galindo podría ser el mejor porque con un aumento de dos mil pesos se contenta. Yo no, porque me hago valer. Por eso no fui designado en esa temporada el mejor, y no seré nunca aunque sea un fenómeno. La entrega de los Citlallis es un show de Televisa y, como Televisa es el América, allí se entregan los premios según a quien convenga.”
Miguel Ángel Cornero para la Revista Balón en 1978.[17]
Pese a sus declaraciones, el nivel superlativo que mostró en el bicampeonato con Cruz Azul lo hizo acreedor del premio en 1980.[18]
Vida privada
Hijo de padres comerciantes, dedicados a vender la Cerveza Quilmes, pese a optar por ser futbolista, de joven pensó estudiar para ser químico o contador público. Su fichaje con Cruz Azul, con una considerable mejora salarial, le permitió traer a sus padres a vivir en México en 1977.[19] En 1984 contrajo matrimonio con la mexicana Patricia González, madre de sus tres hijos, Carlos, Miguel Ángel y Andrea. Sin embargo, las secuelas producidas por el golpe en su cabeza empezaron a hacer mella y la tristeza por la muerte de su padre lo llevaron al retiro a mediados del mismo año.[19]
Cornero fue después empleado de Cruz Azul, donde mostró gran capacidad como visor, además de realizar otras funciones administrativas. Luego de padecer leves molestias ocasionales, en 1991 le diagnosticaron una enfermedad incurable con un año y medio de deterioro, no obstante, se mantuvo activo en su trabajo con el equipo celeste.[19] Estos problemas de salud, le provocaron una parálisis parcial, y daños en el sistema nervioso y cuerdas vocales, de manera que comenzó a presentar dificultades para hablar fluidamente.
Miguel Ángel Cornero falleció el 19 de noviembre de 1999 alrededor de las 15:35 horas en el Sanatorio Español de la Ciudad de México. De acuerdo al diario el Universal, el Dr. Jesús Sotelo dijo no estar autorizado para revelar las circunstancias de su deceso y, a petición de sus familiares, su cuerpo fue trasladado a su natal Rosario, donde recibió sepultura.[20]
“El ‘Confesor’ derrochó con dignidad la misma entrega que mostró en las canchas en el segundo tiempo más difícil de su vida. Pero hay quien dice que en algún lugar puede existir, para algunos, un periodo de alargue infinito.”
↑ abcdQuispe, Héctor (26 de marzo de 2012). «60 años de Cornero». La Ciudad Deportiva. Archivado desde el original el 21 de junio de 2012. Consultado el 16 de febrero de 2024.