Los dos buques formaban parte de la flota hispano-inglesa que, al mando del capitán Joaquín Zarauz, tenía como misión defender la costa cantábrica contra los ataques de los franceses.
Completaban la flota el corsarioInsurgente Roncalesa, una balandra inglesa y 20 buques de transporte.
Los días previos
Zarpan de La Coruña el 14 de octubre de 1810. Al pasar por Ribadeo se les unen la goletaLiniers y los cañonerosCorzo, Estrago, Gorrión y Sorpresa, así como quince transportes más. En la tarde del día 18, fondean en Gijón para desembarcar al día siguiente las fuerzas del ejército, que atacarían la ciudad asturiana, consiguiendo así que las fuerzas francesas se replegasen. Terminada la acción, se dirigen a Santoña el día 23, justo cuando se declara un viento noroeste muy fuerte. Esto provoca que los buques más grandes echen cabos, mientras que los cuatro cañoneros se hunden, aunque se salvan sus respectivas tripulaciones.
La tragedia
Cañón recuperado del pecio de la fragata Santa María Magdalena, en exhibición en Vivero.
Con la mejora del tiempo y dispersada la flota, se dirigen el día 29 al puerto de Vivero la fragata Magdalena, el bergantín Palomo, dos transportes y la fragata inglesa Narcisus. El 2 noviembre se declara un fuerte temporal de componente norte, y esa noche piden auxilio con bengalas y cañonazos. Las dificultades eran especiales para el Magdalena y el Palomo, que solo contaban con dos anclas, ya que las otras dos las dejaron en el puerto de Santoña. El temporal destrozó el casco del Magdalena y no tardó en irse a pique. El Palomo fue arrastrado por las olas a la playa de Sacido.[3]
Del total de la tripulación de la fragata, solo lograron alcanzar la costa ocho hombres, de los que sobrevivirían tres, y la cifra de muertos se elevó a 480. La práctica totalidad de los muertos fueron arrastrados por el mar a lo largo de esa noche a la playa de Covas. Murieron 70 hombres del Palomo, por lo que la cifra total de fallecidos (550) lo convierten en una de las mayores tragedias marítimas ocurridas en la costa española.
Esta tragedia tuvo una enorme repercusión en toda España. El hecho de que apareciese el cuerpo del capitán Blas Salcedo abrazado al de su hijo, hizo que la Armada prohibiese el embarque de padres e hijos o hermanos en el mismo barco.