El segundo partido fue contra los Canucks, de ambas partes hubo agresiones físicas, juego sucio y peleas que terminaron con jugadores ensangrentados. El árbitro David McHugh decidió expulsar a Dalton y dos canadienses (Gareth Rees y Rod Snow) para mantener el orden y luego la comisión de disciplina echó a Dalton y Hendriks, en su lugar fueron llamados Drotské y Williams.[2]
Sudáfrica integró el Grupo A junto a los Wallabies (vigentes campeones del Mundo), los Canucks y la débil Rumania. Los expertos sudafricanos creían que los Springboks solo llegarían a cuartos, perdiendo contra Australia y siendo eliminados por La Rosa, y Mandela dijo públicamente confiar en que obtendrían la victoria.
Legado
Solo un jugador negro, Chester Williams, se consagró campeón.
Logramos algo que fue increíblemente especial para nuestro país en ese momento, y que el líder más grande de todos los tiempos, Madiba, imaginaba para unir a una nación y unir a personas de diferentes estilos de vida y culturas.[3]
Tal macabra situación, que ha recibido el oscuro apodo de maldición, no ha sucedido en otros planteles campeones; incluso ni en los dos más longevos.[4]