El evaporador discontinuo consiste en que un producto se calienta en un recipiente (normalmente esférico) rodeado por un encamisado por el que circula el fluido calefactor (comúnmente agua caliente o vapor, en función del grado de evaporación deseado). Así, el calentamiento generado es capaz de elevar la temperatura de la disolución a evaporar hasta el punto en que su disolvente alcanza su punto de ebullición a la presión de la cámara. A partir de ese momento la temperatura de la disolución permanecerá constante hasta que finalice la evaporación del disolvente a eliminar.
El recipiente de calentamiento normalmente se conecta a un condensador (si el vapor extraído tiene valor añadido) o a una trompa o bomba de vacío para reducir la temperatura de ebullición en la cámara. En cualquier caso, si esto no es posible, el tanque puede encontrarse abierto a la atmósfera.