Pablo Enrique Germán Abril de Vivero (Lima, 28 de octubre de 1894-Montecarlo, 11 de abril de 1987) fue un poeta, escritor y diplomáticoperuano. Fue además un entusiasta promotor de la literatura y el arte; se le recuerda mayormente por su gran amistad con el poeta César Vallejo, con quien mantuvo correspondencia durante las estancias de ambos en Europa.
Culminados sus estudios escolares, trabajó en la administración pública. Sucesivamente fue amanuense en las subprefecturas de Chancay y Huarochirí (1912), y en el Ministerio de Justicia (1913-1915).[1]
Durante el segundo gobierno de José Pardo fue secretario del prefecto de Moquegua (1915) y de los ministros de Gobierno (1916-1917) y de Guerra (1918). Al mismo tiempo estudió en las Facultades de Letras, Ciencias Políticas y Administrativas, y Jurisprudencia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.[1]
Perteneció fugazmente al grupo Colónida encabezado por el escritor Abraham Valdelomar y colaboró en la revista del mismo nombre.[2] Publicó algunos poemas en Suramérica (el semanario dirigido por el periodista y agente diplomático consular Carlos Pérez-Cánepa),[cita requerida] así como un grupo de poemas en la antología de Colónida titulada Las voces múltiples (1916).[3] Por entonces ganó el primer premio en un concurso de madrigales auspiciado por la revista Lulú en Lima, que le fue entregado el 29 de abril de 1916.[4]
Coincidiendo con el comienzo del Oncenio de Leguía, inició su carrera diplomática, que lo llevó sucesivamente a Buenos Aires (1919-1922), Quito (1922) y Roma (1922-1929).[1] Por esa época, su íntimo amigo, el poeta peruano César Vallejo, que se hallaba en París, le instó a fundar una publicación literaria, La semaine parisienne, que no llegó a concretarse.[5] Se conserva una nutrida correspondencia entre ambos.
En 1929 fue apartado temporalmente del servicio diplomático. Se estableció en Madrid, donde editó la revista Bolívar (1930-1931), «quincenario cultural hispanoamericano»[1] en el que colaboraron Vallejo, Neruda, Huidobro, entre otros destacados escritores e intelectuales.[6]
Las alas rotas (Lima, 1917), con prólogo de Alberto Ureta, es una compilación de sus versos juveniles, «a menudo abundantes y demasiados sonoros», a decir de Luis Alberto Sánchez.[7]
Ausencia (París, 1927), con prólogo de Ramón Pérez de Ayala, reúne los poemas de su segunda juventud.[8] Fue muy celebrado por César Vallejo en un célebre artículo publicado en la revista limeña Variedades, titulado: «Contra el secreto profesional. A propósito de Pablo Abril de Vivero» (7 de mayo de 1927). Vallejo destacó su estilo conciso.
También publicó poesías satíricas en diarios y revistas, así como ensayos y crónicas.[1]
Se debe mencionar también un volumen de Cartas, compilado por José Manuel Castañón, con la correspondencia entre César Vallejo y Pablo Abril.[9]
Valoración
Temperamento literariamente romántico, cultivó una poesía madrigalesca, de indudable fondo romántico. Al mismo tiempo, practicó el tono festivo y satírico, en intencionado sonetos, ninguno aparecido impreso ni firmado…
Abril es un poeta fino. Una de sus composiciones típicas es “Elegía ingenua” en la que se reúnen los elementos del neorromanticismo modernista.
Abril de Vivero es un postromántico por los temas que esgrimen sus textos que se insertaron en Las voces múltiples. Diez poemas se le incluyen en esta obra. Destacan sus poemas “Pórtico”, “Madrigal”, “Como sombra ignorada”, “Adoración” y “Elegía ingenua”. Persiste, sin embargo, en alguno de ellos el sello modernista de inicio.
A continuación, un ejemplo de sus celebrados madrigales:
COMO SOMBRA IGNORADA
No tener un regazo que nos brinde, piadoso, tras los rudos cansancios del humano fracaso, la ilusoria certeza de un sereno reposo. ¡No tener un regazo!
No tener una estrella cuyos níveos fulgores en el alma nos rimen la sonata más bella, en la noche enlutada de los torvos dolores, ¡No tener una estrella!
No tener un perfume redentor del cautivo corazón, que en las redes del pesar se consume, con la amarga nostalgia del recuerdo más vivo, ¡No tener un perfume!
No tener una amada, melancólica y buena, que nos cante, muy quedo, la canción ya olvidada del amor, y que sepa suavizar nuestra pena... ¡No tener una amada!
Y estar lejos, muy lejos del edén florecido; y seguir siendo triste, soñador, dolorido, y pasar por la vida como sombra ignorada, sin tener para el alma que triunfó del olvido, ¡ni regazo, ni estrella, ni perfume, ni amada!...
↑ abMartínez, Gregorio (1986). «ABRIL DE VIVERO, Pablo». En Carlos Milla Batres, ed. Diccionario Histórico y Biográfico del Perú. Siglos XV-XX1 (2.ª edición). Lima: Editorial Milla Batres. p. 16. ISBN84-599-1820-3.
↑Cartas: 114 de César Vallejo a Pablo Abril de Vivero; 37 de Pablo Abril de Vivero a César Vallejo, Lima: Librería Editorial Juan Mejía Baca, 1975 [Prólogo: José Manuel Castañón]
Toro, César (2012). Manual de Literatura Peruana1 (3.ª edición). Lima: A.F.A. Editores Importadores S.A. (Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-03529).
Sánchez, Luis Alberto (1975). La literatura peruana. Derrotero para una Historia Cultural del Perú4 (4.ª edición). Lima: P.L. Villanueva, Editor.
— (1987). Valdelomar o la Belle Époque (3.º edición) (Lima: INPROPESA).